O terraço

Olá!

Otro día tranquilito el de hoy. Mañana a las 10 me espera la entrevista en la productora. Y el sábado un largo camino hasta Valencia.

La mañana la hemos empleado, Álvaro y yo, en estudiar. Él portugués y yo me he puesto con el doctorado, aunque luego he pillado un rato la red de wifi y al final no he hecho demasiado. Miguel Ángel nos abandonó incluso antes de que nos despertásemos. Se fue a la feria del libro y se ha comprado dos en portugués. Esta tarde hemos vuelto a ir todos juntos. Es enorme y está hasta mediados de mes. Me gustaría comprarme un libro pero el dinero escasea, así que cogeré alguno de los que tenemos en la estantería.

La feria la han puesto en el parque Enrique VII, en el epicentro del centro de negocios de la ciudad. Aquí comienzan ya los edificios altos y es dónde tienen lugar las actividades económicas. Es un lugar fantástico que supone el final de la Avenida Liberdade, la más importante de la ciudad, coronada con un monolito en forma de rotonda. Desde este parque se puede ver toda la avenida y al final el río Tajo. No hay fotos de esto porque se me ha olvidado meterlas en el ordenador antes de empezar a escribir. Las veréis más tarde. Esta es de Belém.

Hoy en clase nos hemos vuelto a salir jeje. En nuestro penúltimo día de clase hemos profundizado en el imperativo y en el pasado. En el descanso hemos vuelto a tratar con los andaluces y conquenses, y les hemos invitado a acompañarnos junto a los cántabros y vascos al mismo mirador en el que estuvimos hace dos días. En O terraço volveremos a admirar la ciudad pero ya de noche. Íbamos a acudir a un concierto de jazz hasta que hemos sabido que había que pagar. Iremos un domingo que al parecer es gratis. Lo de aquí abajo es el Panteao. Ayer me preguntó una holandesa dónde estaba y le dije: "pues ves esa calle?, ale sube y ya lo encontrarás". Y hoy una mujer nos ha preguntado que dónde estaba el castillo. Era española y ha quedado defraudada cuando le hemos dicho que en 45 minutos no llegaba. Parecía del imserso.

En su visita a la feria del libro de esta mañana, Miguel Ángel ha comprado un balón de fútbol. Durará poquito porque es de mala calidad pero nos servirá para quitarnos el mono, que al menos yo llevo encima. Poco más puedo contaros del día que he tenido hoy así que empezaré a hablar de los portugueses.

Conducen muy acelerados pero respetan los pasos de cebra y las cesiones en rotondas e incorporaciones de otras calles. Lo que nos ha llamado mucho la atención es la simpatía de los conductores de autobús. Abren la puerta fuera de la parada y hacen todo lo posible por que el cliente se sienta cómodo. Podrían mandar a los de Valencia a que aprendan un poquito. Y esto de aquí abajo es una de las vistas de un mirador lisboeta. Casas y el Panteao.

Otra curiosidad es que aquí Correos pone unas máquinas en al calle para que la gente pueda sacar los sellos que necesita sin necesidad de entrar a comprarlos en la tienda.