martes, 19 de julio de 2011

Llegó la lluvia

Hola gente,

Estamos en Escobar, en casa de mis tíos. En un ratito, después de comer, nos vamos a realizar un city tour por Buenos Aires. Hoy, como ayer, ha salido nublado. Aunque al menos no diluvia...

En el "city" aprovecharemos para aprender un poquito del origen de la ciudad y para ver partes a las que todavía no hemos llegado en esta visita y yo tampoco ví en las anteriores.

El domingo estuvimos de paseo en San Telmo, uno de los primeros barrios de la ciudad. Está formado por casas bajas y calles empedradas. Tiene su encanto. Tiene incluso vías de tranvía que no se utilizan. Hoy volveremos a pasar por este barrio para hacer unas fotos, ya sin tanta gente.

Ayer fue un día de remojo porque no dejó de llover en ningún momento. Comimos con mis tíos en un restaurante peruano muy bueno y luego fuimos a un centro comercial en el que pasamos toda la tarde y yo aproveché para comprarme una chaqueta.

Así que hoy hacemos lo que ya os he contado y el jueves tenemos un nuevo viaje al sur. Nos vamos a visitar a mi primo Juan Manuel y la familia que desde esta semana viven en Neuquén. El viaje lo hacemos en autobús. Son 18 horas... Pero tranquilos, aquí los autobuses de línea son casi de lujo. 300 euros lo valen. Como las distancias son tan largas, están preparados con asientos-cama, azafatas, baños, bar y servicio de comida. Todo un lujo comparado con el gran servicio al que nos tienen acostumbrados en España.

Y eso es todo de momento. Sigo sin poder subir imágenes porque la conexión va cuando quiere. Me llevaré el cable a Neuquén y con suerte podré subir alguna. Allí, por cierto, no espera una temperatura alrededor de los 0 grados. Ni frío ni calor...

sábado, 16 de julio de 2011

Salta e Iguazú

Ya estamos de vuelta en Buenos Aires tras visitar Salta y Puerto Iguazú. Son una maravilla de lugares, uno (Salta)seco, con formaciones increíbles debido a la erosión y el viento y otro (Iguazú) con las cataratas.

A ver si luego os puedo poner fotos e ir comentando cada cosa porque escribir sin fotos es difícil para poder describirlo.

lunes, 11 de julio de 2011

Primera semana

Hola!!

Casi una semana después de llegar escribo por primera vez en el blog, que además llevaba más de un año sin recibir ni una sola entrada. Ya estaba con ganas.

Por resumir, el viaje a Buenos Aires fue larguísimo, demasiado. AUnque por 300 euros vale la pena ir a Londres en escala para llegar a la capital de la Argentina. Nos esperaba mi tío después de más de 24 horas de viaje. Tras superar el tráfico de la Panamericana, llegamos a casa de mi prima Maca y Andrés, donde nos esperaba un té calentito y unas facturas (bollería). Necesitábamos comer algo porque lo del avión era comida para perros. Asco daba...

Por la tarde fuimos a recoger a Pedro y Nico, mis sobrinos, al colegio.

Nos habían asustado tanto por el frío, que de momento no lo hemos tenido. La temperatura ronda los 20 grados y es muy agradable. Con un sueter se supera el frío. Os iré poniendo fotos cuando pueda porque la conexión es muy lenta en casa de mis tíos. El viernes me quedo con Maca y Andrés, lo intentaré desde ahí.

Hoy estamos en Salta, donde hemos visitado la ciudad y nos quedan aún 2 días y medio. Os escribiré mañana al volver de la primera excursión, a Cafayate, y así reparto los días desde que llegamos. Esta noche juegan Argentina-Costa Rica, si pierden, a la calle...

Un beso a todos!!

martes, 12 de enero de 2010

Ce fini...

¿¡Pero cómo voy saltar desde un avión!?
Jaja. Hasta mi madre se lo ha creído. Que bien escribo, deduzco.

Bueno, como si hubiese sido un sueño. De pronto me encuentro en mi cama, en pijama y con el ordenador sobre las piernas, Como hace un mes más o menos. Sólo que me noto raro aquí. Siento que me faltan niños diciendo mi nombre hasta que se gasta y mosquitos picándome dónde jamás imaginé que lo harían.

Creo que necesitaré varios días para re-adaptarme.

Os voy a contar la aventura en avión que he vivido desde que salí de Buenos Aires:
Primero la despedida. Lo peor de todo. Me cuentan que Nico aún sigue llorando.
En Buenos Aires retraso pequeño porque faltaba un azafato. En Santiago, todo iba bien, casi perfecto visto lo bien acompañado que iba en el asiento. Y es que a mi lado se sentó una chica francesa muy guapa y muy simpática con la que al final he pasado toda la odisea.

A la hora de salir, cuando oí el sonido de la puerta cerrarse, envié un sms para avisar de que salíamos puntuales, pero un minuto después el capitán avisa de un retraso de media hora por un problema en la compuerta del avión. Pasada la media hora, anuncia que cambiamos de aparato ya que el arreglo de la avería llevará más tiempo de lo esperado. Ahí yo me cago en todo porque si hubiese avisado antes podría haber ido a cenar con mi primo Juan Manuel. Tiempo tenía de sobra. Nueva hora de salida a las 23:15.

Hasta las 00:00, hora de salida, estuvimos charlando y maldiciendo al que no supo arreglar la puerta. A esas horas, mi conexión con Valencia estaba perdida y la de la francesa con Toulouse, también.

Una vez dentro, todo OK y a volar...
Las 13 horas han pasado bastante rápido. Cuando me he dado cuenta sólo faltaban 4 para llegar a Madrid. Y en Barajas, hasta que no hemos tocado el suelo no he visto nada más que niebla blanca. El paisaje reflejaba los efectos de la nieve y el hielo del día anterior. Parecía una guerra.

Al bajar, me indican que mi vuelo sale a las 20:10 y el de la francesa a las 21:00. Pero teníamos que ir a nose donde para obtener una nueva tarjeta de embarque. Agarramos el tren subterráneo que nos lleva a la T4 desde la T4S, vamos a Iberia y nos dicen que vayamos arriba, una vez salido de la terminal. Salimos, vamos a Iberia y nos dicen que vayamos "ahí enfrente". Ahí enfrente dice: "pero esto no lo puedo hacer yo". Y ahí yo pensaba "la maleta se la va a comer alguien al final..." Creo que la francesa pensaba lo mismo pero en francés.

El de enfrente nos ha hecho el embarque, pero... no podía poner el número de la maleta facturada porque no se veía bien!!! Me dice que vaya a LAN para que me den el número y vuelva a Iberia. Me voy corriendo y dejo a la francesa haciendo su tarjeta de embarque. A los cinco minutos llega la francesa también corriendo para hacer lo mismo. Esperamos a que una pareja facture sus dos maletas para lo cual han necesitado 15 minutos, nos dan el número, nos colamos ante todos los que esperaban para facturar con Iberia y ¡por fin!

Yo a la francesa, Eloisa se llama, le decía que tranquila, que esto es España y pasan estas cosas. No se asombraba demasiado. Cuando le decía algo de esto, ella me comentaba lo bien organizado que está el aeropuerto de Bolivia y Perú, dónde estuvo de visita en diciembre, después de hacer un semestre de Ciencias Políticas en Santiago de Chile.

Así que por fin con billete y sin esperanzas de volver a ver mi maleta, hemos pasado por el control y tranquilamente nos hemos dirigido hacia las puertas K. Mi vuelo indicaba puertas HJK. Adivina, adivinanza, ¿cual será? Para Toulouse sólo K. Así que allí he estado hasta que la pantalla me ha enviado a la H27. Me he despedido de Eloisa, le he deseado suerte y en mi puerta he vuelto a esperar. 20:10, ningún encargado en la puerta de embarque. A las 21 horas hemos salido de Barajas y cinco minutos después, o eso me ha parecido a mi, han anunciado el aterrizaje en Valencia. Yo no identificaba nada. Me preguntaba si podríamos estar en otra Valencia desconocida para mí o si habían cambiado el aeropuerto. El avión baja, baja, baja, acelera y para arriba otra vez. ¿El piloto se ha equivocado? ¿Ha visto un caracol y no quería pisarlo? ¿Volvemos a Santiago? Bien!. "Señores pasajeros no hemos podido aterrizar porque teníamos demasiado viento de cola. Volvemos a intentarlo"

A la segunda fue la vencida. Todos para abajo, incluidos algunos políticos que venían a una reunión en Valencia con motivo de la presidencia española de la UE.

Salen las maletas. Dejan de salir las maletas... Silencio. Quedamos cuatro personas que nos miramos mutuamente. Vuelven a salir maletas. Ninguna es nuestra.

Viene el señor de Iberia y nos atiende. Mira mi pasaje, mi código de maleta y... "Tu maleta ha llegado antes que tú". Olé, que cabrona. Viene antes y no me avisa.

Y al final en casa. Se me hace muy raro. Se me hace pequeña la casa y me parece triste la ciudad. Voy a empezar a mirar cuando vuelvo.

Y ahora a dormir que estoy muy cansado. Mañana no voy a la radio. El jueves empieza mi semana.
A los de allá, "los extraño". A los de acá, "tengo regalitos para vosotros".

sábado, 9 de enero de 2010

El paracaídas

De nuevo con calor, atento al ataque de los mosquitos.
En Buenos Aires hace un tiempo espléndido que me hace sudar sin moverme. Anoche llegué al aeropuerto casi a la 1am me esperaban Nico y mi tío, además mi tía esperaba en el auto durmiendo.

El vuelo fue bien. Tranquilo y demasiado lento. Se me hizo eterno. Primero tuve que facturar mi maleta porque sólo permitían cinco kilos en el equipaje de mano. Aunque antes de que se la llevase le puse la contraseña y quité los euros que probablemente iban a desaparecer. Pero no, la maleta llegó bien.

El avión: Un aeroplano al menos procendete de la II Guerra Mundial con carteles en alemán, asientos verdes de cuero, ceniceros para los fumadores. En fin...Al menos funcionó. Pero la parada en Trelew me puso nervioso. No aguantaba más en el avión.

Lo mejor fue cuando antes de llegar al aeropuerto de Buenos Aires, el comandante dice: "Ahora el equipo de cabina les repartirán las mochilas con el uniforme de aterrizaje".

Al momento, una azafata se acerca a la puerta y el comandante dice: "En cuanto oigan la señal, agarren sus pertenencias, introduzcanlas en la maleta que les hemos dado y en fila esperen la orden de la azafata para saltar". Ahí yo ya dije, bueno estoy soñando, pero todo el mundo alrededor de mi actuaba como si nada. A la mujer de al lado la miré y me suelta: "¿Es tu primera vez?, no te preocupes. Lo peor que te puede pasar es que te trague la turbina".

Y bueno, el salto fue bien la verdad. Una experiencia nueva. Pero eso de que el avión no pueda aterrizar... Lo más curioso fue ver como tiraban las maletas todas atadas en un sólo paracaidas.

Y hoy me he levantado casi a las once, he conocido a Tobías, que mide dos palmos y estamos descansando dentro de casa porque hace muuuucho calor.

En Buenos Aires de nuevo





viernes, 8 de enero de 2010

Adiós El Calafate

Me quedan unas horitas para volver a Buenos Aires y poco más de 3 días para volver a España. Sigue sin apetecerme y menos aún con la de cosas que me están poniendo del máster. Que no quieren que vaya el día que llegó!!?? Esta gente...

Hoy he pasado una noche buena mientras dormía y de guerra cuando el cab.´. de mi compañero de litera me despertaba con sus ronquidos. Yo tenía la suerte de tener tapones pero sin ellos creo que le habría pegado. Qué manera de hacer ruido, qué pulmones tenía este australiano. Los podría usar para tragar agua y no respirar más mientras duerme... Una idea sólo.

Al final a las 8:30 me he puesto en pie, duchado, desayunado, pagado el hostal y las excursiones y he ido a dar una vuelta por el pueblo. Hoy hace calor y además está el sol fuera, de manera que agobia andar por la calle porque además no puedes ir con manga corta ya que sopla de vez en cuando una brisa muy fría.

Anoche cené salchichas, chorizos y pollo frito. Estaba bastante bueno aunque nada comparado con los de mi tío. Hicieron la cena los del hostal. Éramos unos 25 a la mesa y sólo seis de habla hispana. El resto australianos unos cuantos, yanquis y demás extranjeros de habla inglesa.
A mi lado, el grupo hispano, se sentó una chica de Taipei (Taiwan) que hablaba muy bien español. Está de visita en Argentina y tiene previsto vivir un año en España. Era maja pero si no le preguntaba no hablaba así que me cansé y después de cenar me puse a leer. Mal hecho porque luego llegué a la cama y ya estaba el cabr.´. durmiéndose, con lo que no dispuse de ventaja para dormirme antes que él.

Por fin terminé el libro que comencé a leer en Lisboa a mediados de junio. Ha costado ¡eh! La razón es que iba a ratos. No me ha gustado el final aunque me enorgullece poder decir que he leído un libro de 400 páginas en otro idioma que no es castellano ni valenciano. Además he aprendido muchas expresiones nuevas.

Un niño, bastante pesado, todo hay que decirlo, decía ayer en el catamarán que tenía miedo del cóndor, que nunca antes había oído hablar de él y que ahora no quería que le agarrase. Esto después de que el guía nos indicase que el ave más grande de la zona (3 metros) rondaba por encima de nosotros.

Me aburro un poquito. Tengo ganas de llegar a Buenos Aires ya. Son las 13h, me restan 5:30 horas hasta que me recoja el bus para el aeropuerto. A ver que me invento para no aburrirme...