jueves, 4 de junio de 2009

La maldición

Érase una vez un joven español que marchó a Lisboa para estudiar portugués y trabajar (gratis), ya que en su país de orígen, su profesión tiene el prestigio por los suelos y nadie parece enterarse que necesita una renovación urgente (no sigo por aquí que no paro).

El caso es que el españolito vivía tranquilo en la capital lusa. Disfrutando de su tiempo fuera de casa y aprovechando cada momento de su nueva vida. Un día, el despistado hombrecito se introdujo en el mar atlántico con el teléfono móvil en el bolsillo de su bañador. Se dio cuenta enseguida pero no evitó que el aparato entrase en coma profundo. Casi como un regalo de Dios, cuando ya marchaba de la playa esperando una pronta recuperación del teléfono, encontró uno abandonado en la arena. Lo recogió y decidió adoptarlo mientras siguiese sin funcionar el suyo. Era un Nokia antiguo y, al parecer, con una vida ya larga.

El español, confiado, no sabía que la ciudad de Lisboa tiene vida propia. Así como en la isla de Lost, el humo elige a sus víctimas, Lisboa escoge a aquellos no puros de alma que realizan algún acto no ejemplar. El español empezó a dudar de aquél supuesto regalo de los dioses cuando al hablar por su nuevo móvil, comprobó que no daba tono pero si llamaba y que el sonido era bastante defectuoso.

Pasó un día y se inició el castigo al español. La vecina del piso de arriba de dónde vive, salió a regar las plantas. Lisboa aprovechó para reunir las aguas y filtrarlas hacia el balcón de abajo. El portátil de nuestro español quedó mojado y lleno de barro. El español quedó desolado al ver aquello y nada pudo hacer para evitar el coma profundo de su ordenador. En ese momento se cagó en la vecina de arriba, pero empezó a sospechar de la presencia de algún ser superior que pretendía castigarlo.

La mañana del día siguiente al incidente con el ordenador, fue la peor de todas las que ha vivido en la capital de Portugal. La gente trató de animarlo, él se decició por hacer cosas nuevas aprovechando que no podía usar el portátil. Aún así las cosas no mejoraron. Y todavía fueron a peor cuando una noche decidió sacar su cámara de fotos para inmortalizar la noche lisboeta.

Su Sony tenía el botón para hacer las fotos roto, pero había apañado una forma para poder continuar haciéndolas. Sin embargo, esa noche, el botón se rompió. El palito que debía llegar para apretar la parte interior de la cámara no tenía la suficiente largura. Por suerte, no había agua cerca y el español pudo seguir haciendo fotos con un palillo y más tarde improvisó un botón nuevo hecho con una chincheta de la misma forma que el botón inicial y a la que le quitó la punta.

Dice la leyenda que esa noche un portugués le preguntó: "Tienes más aparatos eléctricos?" y el español respondió: "el ipod y el móvil español". Aquél hombrecito se preguntaba si no habría sido la propia Lisboa, quien con maldad, inició la maldición haciéndole entrar en el agua son el móvil en el bolsillo.

Su ipod a la mañana siguiente se quedó sin bateria y el móvil no deja de recibir publicidad de Movistar día tras día. Nada más se sabe de ese español. La gente mayor de la ciudad dicen que se encarga de lanzar al agua todo aparato eléctrico que encuentra a su paso...

4 comentarios:

  1. jajajajaj... pobre españolito...
    cuando vuelva a su tierra natal esperemos que le vaya mejor...
    jo crec q la mala sort te l'ha donà canal 9 per no agarrar-te...

    ànims miguel!!! sols és una mala setmana! després anirà millor!!

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  2. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaajajajjaa me partooo!!

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  3. estás muy torpe eh miguelito?

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