miércoles, 8 de julio de 2009

Homenaje

A falta de poco más de una semana para marcharnos, es momento de recordar a aquellos que desaparecieron en el transcurso de esta aventura. Esto va por vosotros:

Primero fue la cartera de Leticia. Mientras yo estaba en Valencia realizando mi primera entrevista para RTVV, la susodicha fue raptada por algún desalmado que, posiblemente, aprovechó un momento de despiste de la dueña para hacerse con ella. Lo peor es que en su interior viajaban tarjetas, billetes y la Lisboa Viva, de tan sólo una semana de vida.

Tras este terrible suceso, si no recuerdo mal, no tuvimos que lamentar ninguna otra pérdida hasta que mi móvil decidió suicidarse. Todavía no sabemos las causas puesto que no dejó mensaje alguno. Teníamos la esperanza de que hubiese enviado algún sms a sus amigos, pero no tenemos respuesta a nuestras plegarias. Mi móvil se metió en el bolsillo y no salió de él hasta que me dí cuenta de que el agua había sobrepasado la altura de mi cintura y el teléfono seguía en mi culete. Esa pérdida, sin embargo, nos trajo un alegría ya que encontramos a mi nuevo móvil. Nuevo por decir algo, porque es más viejo que Lisboa.

Un día después, seguramente sumido por la pena, mi portátil estaba meláncolico en el balcón, cuando la vecina de arriba, con malas intenciones regó de tal manera que mojó todo lo que había debajo. El Mac quedó bloqueado y, sin fuerzas para vivir, quedó en estado de coma. Todavía sigue dormido. Su batería, el ventilador y el disco duro, respiran pero sus ojos siguen sin abrirse. Esta tragedia también nos otorgó el placer de introducir un nuevo componente en la familia.

El agua ha sido un elemento demasiado importante en esta estancia en Lisboa. Se llevó un móvil, un portátil y se hizo también con la cámara de fotos de Ponho. Yo he sufrido muchas pérdidas, pero probablemente la que más ha sufrido la maldición de Lisboa, ha sido María. Su gran despiste también ha influído, pero perder la Lisboa Viva y el móvil no tiene justificación. La tarjeta huyó de ella y el teléfono decidió seguir su camino en un taxi cuando María se bajó de él.

Afortunadamente no se ha de lamentar ninguna baja humana en esta estancia, pero a falta de pocas semanas seguimos sufriendo bajas. La lavadora estuvo cerca de acompañar a nuestros amigos, pero la operación fue bien y sobrevivió. Ahora el horno nos ha dejado. Funcionaba a empujones y la pasada semana, cocinó las últimas dos pizzas de su vida: Una peperoni y una romana.

Incluso el agua de nuestra casa fue retenida durane un día entero hasta que la dueña del piso medió para que la dejasen libre.

Esperemos que todos estén bien. Hayá dónde estén, descansen en paz.

1 comentario:

  1. Miguel!!! se te agota el tiempo!!! Y aún no has puesto fotos de la Casa do Musica... ¿y el pabellón de Portugal lo has visitado ya??

    ResponderEliminar